Hay casos en los que un animal puede encontrar su libertad solo tras las rejas. La red de centros BIM, todos ubicados en varias regiones de la provincia de Moscú, es un santuario para mascotas de todo tipo que han sido maltratadas por sus propietarios.
Tras los gruesos barrotes de las jaulas del refugio, los animales que habían pasado meses o años siendo golpeados, forzados a trabajar y a pasar hambre finalmente reciben toda la atención y el cariño que necesitan. La red aloja un total de unos 2.500 animales, perros, gatos, camellos, osos, vacas, monos, pitones y mapaches, entre otros.
Serguéi Serduk, el director de BIM, cuenta: «El fondo fue organizado por Daria Taráskina, que ahora es su presidente. Ella empezó acogiendo a una gata vagabunda en su propia casa y luego llegó a tener 150 animales en un primer centro. Después, poco a poco, la cantidad de animales creció y hoy en día tenemos cinco asilos».
El maltrato a los animales es una realidad en Rusia, como en muchos otros países, pero la legislación actual parece no ser suficiente para evitarlo. Irina Novozhílova, presidente del Centro de Defensa de Derechos de los Animales Vita, comenta: «Hay algunas actas legislativas en varios ámbitos que son poco efectivas. En lo que concierne a los circos, no hay leyes. Diez años después logramos que en Rusia se aprobara una ley que no es la adecuada… Desaparecieron 4 esferas importantes como: la explotación animal por el hombre, la agricultura, los experimentos con animales, pieles e industria de entretenimiento».
Pero si las leyes no ofrecen una solución al problema, son iniciativas privadas las que dan su mano a los que sufren o están en cautiverio. En BIM, todos los empleados son voluntarios. Todos sus recursos se destinan a la alimentación, cuidado y mantenimiento de los animales. El fondo existe gracias a las donaciones privadas y, según comenta su administración, en los últimos cinco años ha conseguido superar sus dificultades económicas.
Lo que más inquieta a los empleados de este albergue es la continua llegada de animales en un terrible estado de salud. Uno de los ejemplos es una osita de 7 meses de edad. Serguéi cuenta: «Fue obligada a trabajar y le daban muy poca comida porque no trabajaba si no tenía hambre. Tenía una sobrecarga tan intensa que presenta problemas en sus huesos y músculos, los cuales no funcionan bien y por eso sus patas traseras prácticamente no se mueven. Acá tratamos de curarla pero es muy difícil».
La camello Mirsha tuvo más suerte. Fue rescatada de uno de los circos más famosos de Moscú. Cuando llegó al refugio, le curaron todas las heridas y enfermedades que tenía. Según los empleados, hoy en día lleva una vida tranquila, con todas las atenciones necesarias.
Los defensores de los derechos de los animales insisten en que el problema necesita una pronta solución, que deberá pasar por la aprobación de una normativa a nivel nacional que ofrezca garantías a los más indefensos.